
Ikea va a reducir su plantilla en 175 empleados en el centro de San Sebasatian de los Reyes para reorganizarse. Para algunos, esta actuación es un ERE encubierto.
Fuente: http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/1793504/12/09/Ikea-acometera-una-reestructuracion-de-plantilla-de-175-personas-en-Madrid.html
En los últimos meses se ha comentado la facilidad de IKEA para sortear la crisis y mostrar trimestre tras trimestre balances positivos y ganancias que iban en aumento. Es cierto que la multinacional sueca tiene un modelo de mercado capaz de captar clientes de otros mercados más dirigidos al lujo con la aparición de la crisis, pero también la política empresarial con respecto a la utilización tanto de los factores de producción como de los recursos humanos ha tenido mucho que ver.
La fórmula del éxito de IKEA radica en una política de costes que lleva asumir para cualquier decisión el mínimo gasto posible. Así, tanto para los gastos fijos como para los variables, así, por lo tanto, su política está basada en el mínimo personal posible. y en la más absoluta austeridad respecto a materiales y costes de fabricación por pieza y de embalaje.
Esta política de costes lleva a un precio final hacia el consumidor que le va a colocar en una posición preponderante sobre la competencia y que va a saber aprovechar muy bien desplazando su frontera de posibilidades de producción de forma considerable. Para IKEA, la expansión es fundamental, ya que su modelo de negocio se basa en captar el mayor número de personas posible, ya que su coste marginal es muy pequeño y su demanda bastante elástica.
Sin embargo la política de austeridad y practicidad propuesta por la empresa sueca también afecta a sus empleados. Los contratos normalmente son temporales y a jornada partida, lo que permite una reducción de los salarios comparable a los precios de sus albóndigas y una facilidad para desprenderse de ellos como la de salir cargado con alguna bolsas de más del establecimiento.
IKEA convierte a sus empleados en un factor de producción más al servicio de la máxima eficiencia. Trabajar con lo mínimo para conseguir el beneficio máximo gracias a ofrecer el precio más bajo. La satisfacción vuelve a entrar en juego: el cliente estará más abierto a cualquier pérdida de calidad en el servicio por el número justo de trabajadores porque no está pagando por ello.
Por lo tanto, ya se trate de un ERE o no, lo que va a tratar de hacer IKEA es poner siempre por encima la minimización de los costes y la maximización de los ingresos sobre cualquier trabajador o eventualidad. Los trabajadores son vectores que trabajan en mantener la satisfacción del cliente, pero con los precios bajos, la oferta, a pesar de perderse algo esa satisfacción se mantendrá y los ingresos continuarán aumentando.
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