miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cierra Tavern on the Green, restaurante legendario de Nueva York


El famoso restaurante Tavern on the green se ha visto obligado a cerrar sus puertas debido a lo insostenible de su balance económico. El 31 de diciembre será el último día en el que sus clientes puedan sentarse y disfrutar de un moviliario que será subastado en Enero

Fuente: http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/1805213/12/09/Cierra-Tavern-on-the-Green-restaurante-legendario-de-Nueva-York.html

No deja de ser curioso que un local aparentemente exitoso y al que no le han faltado clientes en 75 años cierre. Con unos ingresos que el artículo cifra en 38 millones de dólares es imposible que un negocio no sea rentable…pero la rentabilidad, lamentablemente, no depende solamente de los ingresos, sino también de los gastos que un negocio puede conllevar.

Tampoco un cierre de negocio como éste se mide desde una óptica donde lo que predomine sea un mantenimiento conformista del negocio donde éste se mantenga gracias a unos ingresos que, han estado siempre, y se pueden mantener. El dinero, también lamentablemente, no se basa en el romanticismo, y los cierres de las empresas y de los negocios vienen dados por la rentabilidad, por el dinero, por las actuaciones que conlleven un mayor número de ingresos.

En el caso de Tavern on the green, es lógico pensar que los costes que podrían llevar el no conseguir amortizar los gastos son los fijos. Con el poder de la escasez que este negocio poseía, los clientes estaban dispuestos a desembolsar un precio muy alto (¿estaríamos dispuestos nosotros a pagar 100 euros por cubierto en pleno Central Park con un servicio y decoraciones lujosas?) por la satisfacción que el negocio les retribuía. Los ingresos de satisfacción amortizaban, en este caso, los gastos del cliente. Por lo tanto, el aumento del número de clientes hacía aumentar la producción de menús, pero la venta de éstos por un precio alto era un margen para lograr beneficios. Los costes variables estaban cubiertos.

Sin embargo, y volviendo al negocio, es la propia producción de escasez la que conlleva un problema. Mantener la decoración y pagar a los empleados que proporcionan un buen servicio es muy caro, y sin embargo, no depende del número de clientes. Así que una pequeña variación en el número de éstos no bajaría, como sabemos, los costes fijos, y los beneficios del resultado de cuentas serían, por otra parte, muy sensibles a esa bajada.

Asimismo, si se redujesen los gastos fijos no se conseguiría crear el clima que proporciona la escasez y la afluencia de clientes y los ingresos se verían afectados de un modo incluso aún mayor.

Las causas de la escasez y de los gastos fijos serán también las causas de la rentabilidad del cierre. Aunque el restaurante siguiese funcionando, los ingresos que se conseguirían con su continuidad, serían mucho menores a los que vendrían dados por el cierre. La causa es, de nuevo, la fastuosidad del local. La decoración y mobiliario contienen el poder de la escasez por sí mismos tanto que, con ellos, se podrían conseguir unos ingresos enormes a partir de una subasta.

La conclusión es clara; el cierre del local acaba por convertir los gastos fijos de mantenimiento de los objetos decoración en ingresos a partir de la venta de éstos, consiguiéndose un balance mucho más positivo con el cierre del local.

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